Vale. Lo reconozco. No me encanta el chocolate y las películas
románticas me rallan. Lloro demasiado y me río con
facilidad, voy con las uñas mal pintadas y me cuesta encontrar
el regalo perfecto. De acuerdo, pienso a menudo en tonterías
y no llego a ninguna parte, lo sé, no soy perfecta, pero
tampoco me preocupa demasiado
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